sentada frente a mi computador.
siempre hay varias opciones, pero para mí usualmente las destinadas al colapso son las que mejor se me dan. que guardar excel, que redactar en word, que tratar a duras penas de probar la osadía de abrir photoshop, que la internet para buscar una palabra en la rae y sería.
ahí estaba yo, sumergida en mi relación frígida y sombría con mi pobre computadora, cuando en la profundidad de mi frente aparece la idea de mi mantel soñado. ese inútil.
si soñara con soluciones prácticas sería una señal de estar demasiado conectada con mi vida cotidiana, lo que no se expresaría en migas, polvo y vidrios sucios en mi casa.
el mantel tiene que ser inútil. si no, ¿para qué tener una mesa de dos metros y medio de largo sin sillas? mi mantel es secreto, es imposible de usar e imposible de guardar, ni de planchar, ni menos de almidonar después de echarle cloro.
esta foto, la de arriba, es de unos italianos que prefieren comerse su comida sobre su comida. tentador.
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